19 de marzo de 2007

Todos somos de centro y las cooperativas de consumo

Ya lo decían los Lendakaris Muertos y es verdad, que izquieras ni que derechas, aquí todos somos de centro, de centro comercial. Y pensar que cuando una era pequeña no había ni uno oiga, ni uno, crecimos así. Terrible

¿Qué hay que comprar algo? ¿cualquier cosa? Nos vamos a las grandes superficies, sacamos nuestro coche del garaje, nos chupamos el atasco, y pasamos el día rodeados de cosas y más cosas, pero no solo eso: es tan ideal que compramos mejor y más barato, eso dicen.

Comida, ropa, electrodomésticos, muebles, grandes naves tristes y asépticas rodean nuestras horripilantes ciudades, la distribución alimentaria se queda en manos de unos pocos, desde los pimientos que casi nunca son de temporada hasta los helados, son de este o aquel que se comen la cuota de mercado. Este articulito que aparece en Diagonal les puede dar más pistas.

¿Es posible no caer en esto? Como casi todo lo que implica salirse de las dinámicas habituales es posible aunque no es fácil. Todo depende del orden de prioridades que cada uno o una tenga, y claro, una vez más tenemos que remitirnos a la escala de sensibilidades y consciencias (que no conciencias) individuales (véase plato sopero)

Las cooperativas de consumo son una buena alternativa a los supermercados y grandes superficies, se lo dice una que lleva ya cuatro años en el ajo. Si, claro, otra vez, como todo lo que merece la pena, exije una dedicación en forma de coordinación, llamadas y algún que otro cabreo derivado de la gestión artesanal, pero una cosa está clara, homogeniza los objetivos de gentes tan dispares como pianistas, bancarios, funcionarios, profesores, informáticos... salirse de los circuitos que marcan a fuego el incosciente colectivo de todos y con el que es tan fácil comulgar.

Y no hay color, producción cercana, sin mierda, (no es fácil evitarla cuando todos tus vecinos hacen de tus cultivos un festín para las plagas hierbas y vida en general que escapan de los suyos)
Lo mejor es contactar con algún agricultor que tenga claro que lo que quiere no es vender mucho si no hacerlo bien (a estos no se les subvenciona) y proveedores varios, siempre hay y están deseando que su teléfono suene, juntarse con personas que busquen lo mismo, hacerse con un local estableciendo días de pedido y responsabilidades. Al saltarse muchos pasos en la distribución (no hay distribuidores, ni tiendas, ni cámaras frigoríficas, ni plásticos) los precios se vuelven asequibles, más que en cualquier supermercado, sí, increíble.

Cuando se convive a diario con las políticas ambientales y económicas es cuando el escalofrío se hace perpetuo porque te barrita al oído, más lejos solo parece oirse el murmullo de especulaciones que nos hacen mirar a otro lado, a tocar los platillos en el lugar equivocado y que obviamente solo se quedan en la superficie, en la Gran Superficie.

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