Slavoj Zizek, junto con el señor Rifkin, son, entre otros, dos de mis popes favoritos. El Sr. Zizek como él mismo dice, es el que esconde a Hegel entre las revistas de porno y no al revés. No tiene pelos en la lengua, es inclasificable, cinéfilo empedernido y para mi suerte o desgracia coincido con él en casi todo.
Hace unos días el País entrevistó a este gordito esloveno de bonitos ojos azules que vive subido en aviones su vida de filósofo.
Hay una parte de la entrevista que me parece destacable, aquí la copio sin ánimo descontextualizador.
Hace unos días el País entrevistó a este gordito esloveno de bonitos ojos azules que vive subido en aviones su vida de filósofo.
Hay una parte de la entrevista que me parece destacable, aquí la copio sin ánimo descontextualizador.
"....Hay dos palabras fetiche: tolerancia y agresión. ¿Pero qué significan en realidad? Agresión significa aproximarse demasiado. Por eso Occidente ejerce la tolerancia a distancia, virtualmente. Somos solidarios con los africanos en África, no con los de nuestro barrio""..."Para Zizek, el ejemplo máximo de esa ideología es EE UU. Allí, dice, todo puede ser una agresión: "Tocar a alguien, mirarlo demasiado... Igual que queremos pasteles sin azúcar queremos a un prójimo descafeinado. En California la gran moda es un invento llamado Masturbatón: 400 personas se masturban en un lugar público, pero no tienen derecho a tocarse. La entrada cuesta 20 dólares y, por supuesto, el dinero se destina a una obra de caridad. Esa lógica masturbatoria es la que rige hoy las relaciones sociales. Vivimos en un solipsismo colectivo. Eso es también Internet: todos conectados pero todos aislados".
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