20 de febrero de 2007

Bonjour mes enfants!

Aquí me tienen. Aprovecho que el fantasma de Don Luis se está echando un cigarro para comprobar una vez más lo poco que ha cambiado todo. Lo cierto es que no le guardo rencor, llevé con bastante paciencia que me metiera en ataúdes mientras los clientes se masturbaban en una casa llena de gatos ¡con la alergia que tengo! ¡¡Cómo eché de menos Cherbourg!. Él me ha animado a abrir esto, justo ahora que es cuando menos tiempo dispongo para planchar mi culito y navegar… me dijo: Catherine, pequeña, pon un buen par de zagalas en plan lesbian chic para tíos, y digo tíos y verás qué éxito tiene tu blog, así de fácil.



Yo me callo y ya veremos… eso sí, sin corporativismos ni endogamias blogueras. Este Don Luis, si levantara la cabeza. Aquí estoy, dispuesta a quitarme la careta de burguesa traumatizada aficionada al diseño y dejar la práctica remunerada de actividades amatorias de buena mañana a las que el guión me obligaba. De repente lo veo todo claro y es casi peor. Tómeselo como la bolsita blanca de papel que dan en los aviones, Mlle. Catherine, me decía.

Me consuela mi amado y sin embargo amante el Sr. Clémenti (he decidido quedarme con él) que ha perdido definitivamente la cabeza, me acaba de comunicar que ha creado una dirección electrónica al perro. No me importa mientras siga amándome de esa manera tan dulce y se mantenga cómplice de mi perenne desencanto.



Sabré ponerme seria ante el interrogante que da título a esta bitácora, la cosa no es para menos ante las viejas y nuevas versiones de las viejas vergüenzas de nuestra penosa condición, (vayan a una reunión de la ONU y lo verán más de cerca) aunque nos redimiremos con el chascarrillo, la caspa, el folclore
(Del ingl. folklore), paridas from outer space y bellas artes en general. Gracias al gran dibujante Miguel Anxo Prado por inspirarme el nombre de esta sección.

Suya, afectuosa.

Catherine.