Qué mejor que estas fechas en las que el que más o el que menos ha tonteado con algún que otro Océano, para hablar de esa obrita del Noir francés de los sesenta. El Mediterráneo, para una servidora que lo adora y le duele y es capaz de perderse por las cicladas más recónditas, no volvió a ser lo mismo después de ver hace unos lustros "Plein Soleil" (René Clément 1960). A pesar de que en esta versión no se respetó la condición de homosexual de su protagonista, tal y como aparece en la novela de Patricia Highsmith, la psicología yankie de que todo se antoje "superexótico" (estamos en la costa Siciliana), el retrato del pijazo frivolón y la suplantación obsesiva están bordados. De las tres o cuatro versiones que se llevaron al cine de esta novela, ninguna supera a esta: el contraste entre esa atmósfera salobre, soleada, húmeda, vacacional y hasta cómica y las intenciones más retorcidas, un final -los últimos segundos- impactante y la banda sonora de mi adorado Nino Rota hacen de A Pleno Sol algo imprescindible.
Hay una escena que se me quedó grabada, el momento en el que Ripley (Alain Delon, aquí les dejo esta delight del Samourai y el Fratello más hermoso de las historia del cine) se prueba la ropa de su amigo y este lo descubre con un -Ça va pas la tête?- es casualidad que alguien haya tenido el detalle de hacer un montajito justo con ella, la música no es que me apasione, pero todo hay que decirlo, aquí, queda bien. Véanla.