Muy buenas. Les cuento que hace como un mes y mientras nuestra nena dormía plácidamente ví repartido en varias noches, la única película de Miyazaki que no había visto: Mi vecino Totoro (1988). No sé si debo preocuparme por lo mucho que disfruté viéndola (en el fondo sé que no) y por estar deseando ver la carita de mi hija cuando vea a Mei y Satsuki jugar con el espíritu del bosque, con un Totoro.
Además, todo hay que decirlo, a mi generación el planteamiento y los guiones a la japonesa no nos son ajenos, lo tenebroso abrazado a lo hermoso, lo inesperado conciliado con lo habitual, nos encontramos cómodos en ellos. Luego, Miyazaki sabe navegar por esa dulce anarquía infantil, esas mentes desprejuiciadas y necesitadas de muchísimo cariño y comprensión. Lo hace con naturalidad y maestría, porque El Sr. Miyazaki es eso, un maestro.
Viva TOTORO!
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